“YO HAGO NUEVAS TODAS LAS COSAS”
(Apocalipsis 21, 5)
"Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más. 2.Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo. 3.Y oí una voz potente que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios entre los hombres: él habitará con ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. 4.Él secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó». 5.Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas». Y agregó: «Escribe que estas palabras son verdaderas y dignas de crédito. 6. ¡Ya está! Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed, yo le daré de beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida. 7.El vencedor heredará estas cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo”.
Humanamente lo que una cruz, cinco llagas, un cuerpo sin vida y una mujer-madre a sus pies, han marcado en la historia de la humanidad es infinitamente desproporcional: 21 siglos de historia que han iluminado la imagen de Dios, del ser humano y de la humanidad. Una cruz que ha sido capaz de elevar consigo las plegarias y necesidades de millones y millones de habitantes, que ha sostenido a la humanidad en medio de sus bonanzas y desgracias, bellezas y atrocidades, resguardos y devastaciones, paz y guerras, filantropías y genocidios, aciertos y locuras, búsquedas y desvaríos, certezas y confusiones, verdades y errores, éxitos y fracasos.
Una cruz que ha acompañado la historia, recordando la locura de amor de Dios por la humanidad y las posibilidades del amor humano vivido desde la cruz pascual.
El agujero negro fotografiado por primera vez la semana pasada, luego de una sincronía inaudita entre los observatorios del mundo, nos muestra la voracidad de la oscuridad que sume en tinieblas todo a su paso, que reduce a polvo todo sin dejar huellas, sólo vestigios de algo que fue y nunca más será.
Contemplar la cenicienta cruz románica de Nôtre Dame entre las tinieblas y el estupor, nos habla de un fuego devorador que no destruyó el símbolo que sigue acompañando la historia de la humanidad, como un signo de vida que despierta vida.
Nôtre Dame como un útero sagrado, así como su nombre, protegió lo esencial, lo que el fuego no arrasaría: el símbolo del amor llevado al extremo. Todo el crucero cedió envuelto en llamas, la cruz y la piedad siguieron en pie y están despertando vida (y euros) a su paso, porque esa es la pedagogía de la cruz: despertar vida, también la muerte es iluminada por esa vida que no se extingue.
Nos han impactado las escenas de Nôtre Dame en llamas, no sólo porque es una postal habitual de una de las ciudades más emblemáticas del mundo, sino por todo lo que simboliza. Las muestras de pesar se multiplican y hay en muchas de ellas un tenor común: se trata de la identidad de una ciudad, de un país y de todo un continente. Muchos agoreros querrán ver en este hecho el derrumbe del cristianismo, otros querrán ver erigido en su lugar algún nuevo templo del consumo o sencillamente las ruinas de lo que fue un símbolo cultural ya vacío y decadente. Casi la Domus Aurea de Nerón, un vestigio y nada más.
Sin embargo, no es casual que semanas antes se hayan retirado las figuras de los doce apóstoles y los cuatro evangelistas, las que bajaban y subían cual escalera, desde la flecha: el pináculo que se derrumbó consumido por las llamas, a vista, paciencia e impacto de toda una nación y del mundo. Hay que edificar de nuevo, sobre el cimiento de esos doce débiles hombres con quienes Jesús fundó su Iglesia, con la inspiración de esos cuatro evangelistas que nos trasmitieron las vivencias del paso de Jesús entre nosotros. Si todo se destruyera, volveríamos a empezar, sobre los cimientos de la cruz y el testimonio de la fe de sus herederos.
Incluso cuando se habla de los tesoros, no se está pensando en primer lugar de ornamentación y orfebrería costosa, se habla de la corona de espinas de Cristo y el sayal de San Luis, Rey de Francia. En lugar de hablar de superstición, se habla de los incalculables tesoros que la catedral tenía en su interior, a estos simples tesoros se suman las obras de arte de todo tipo, pero resulta especial que esos últimos se supediten a aquellos otros: porque Nôtre Dame no existiría sin en el misterio de la pasión de Jesús y La France de los Luises, no existiría sin la fe pascual que recibieron como herencia.
Siendo tan diferentes, me recordó algo de ese sinsabor que nos dejó contemplar, sin poder hacer nada, como se derrumbaban las torres gemelas en Nueva York. Allí se trató de un acto deliberado y cruel, con pérdidas irrecuperables de vidas humanas. Sin embargo, también se desvanecía todo un símbolo de poder, en este caso económico y, si bien la consecuencia fue una política internacional contra el flagelo del terrorismo, lo primero que despertó y que hizo posible aquello, fue un renovado sentimiento patrio. Algo en el alma de la nación había sido herido, desde allí se pudo iniciar un nuevo camino, que vino a acentuar el valor de los derechos individuales y la protección de la libertad individual, que no pueden ser arrasados por una ideología terrorista. El miedo se venció por un renovado sentimiento de identidad y su defensa.
Cuando algo cae, se quiebra, colapsa, está la posibilidad de volver a empezar. No me cabe duda, que Nôtre Dame y su pináculo volverán a ser erigidos, habrá recursos para hacerlo. Pero, lo más valioso será llenar de vida ese proceso: será quizás el reencuentro con las raíces más auténticas de la que fue llamada, la hija predilecta de la Iglesia, porque eso era Francia.
Pero no sólo Francia, toda Europa está mirando su identidad y sus raíces, aquellas que ha desconocido tantas veces institucional e ideológicamente. Pero hoy está escuchando su alma herida, como esas oraciones cantadas en las calles de París, las que brotaron espontáneamente entre las lágrimas, el impacto y una fe anónima.
No será por turismo que se reconstruirá. No será sólo el consabido orgullo francés que, como un sentimiento de superioridad frente al resto, volverá a levantar su símbolo. Será (y está siendo) el humilde reconocimiento de una raíz vertebral, que no se puede perder y que necesitará de la colaboración universal para volverse a levantar.
Lo más vibrante es y será la vida que está despertando, la vida de fe que volverá a surgir desde las cenizas. Es desde abajo y no desde las alturas que brota la vida nueva y está brotando. Desde arriba vendrán los euros y las decisiones, desde abajo la fe que les den alma y sentido. Ayer no era una rancia y vieja aristocracia la que lloraba, eran jóvenes, eran visitantes de todo el orbe, eran los dignatarios de las naciones, eran los poderosos y los humildes, los habitantes de París y sus visitantes.
Era una oración sencilla, como la de Esmeralda en la película del Jorobado de Nôtre Dame:
“No sé si podrás oirme.
No sé si estás ahí.
Mi oración es tan humilde,
¿Cómo hablarte a Ti?
Pero tienes cara humana,
De sangre, llanto y luz...
Sí, soy sólo una gitana,
Mas proscrito fuiste Tú...
Que Dios ayude, con su piedad
A los proscritos, en su soledad...
Toda mi gente, ¿en quién confiará...?
Dios nos ayude... o nadie lo hará...
Coro :
Yo pido fe. Y yo poder.
Yo pido gloria, fama y saber.
(Yo pido amor) Y yo salud.
Yo pido a Dios sólo que me bendiga...
Esmeralda:
No pido nada, sólo seguir...
Pero hay quien no puede, apenas vivir...
Dale a mi pueblo, Tu Bendición...
Guarda a esos hijos, en Tu Corazón...
También mis gentes... son hijos de Dios...”
Una Semana Santa distinta se augura en Francia, al menos muchos se harán la pregunta: ¿son sólo ruinas? ¿qué me dice este símbolo?
Se me viene a la mente Cluny, fue la abadía que sembró monasterios en toda Europa y de la que, decadente después, sólo quedan ruinas; pero cerca de Cluny, surgió Taizè, un centro ecuménico donde desde 1945, con una Europa en ruinas, peregrinan miles de jóvenes para tener un encuentro con Jesús y la fraternidad universal de las religiones cristianas.
En el plan de Dios de las cenizas, de las ruinas, surge vida nueva. De la cruz, surge vida. La vida vuelve a brotar, como la naturaleza que, con cambio climático y todo, se las arregla para germinar, florecer y dar frutos que trasmiten la vida.
La crisis eclesial sin precedentes que hemos vivido y seguimos viviendo, también podemos mirarla desde esta perspectiva: asumiéndola y no negándola, dejándonos tocar y remecer por ella y no disfrazándola, reconociendo errores y horrores, brotará vida nueva, distinta, pero más auténticamente cristiana.
En esto coinciden nuestros dos Papas: esta crisis nos exige volver a Cristo. El Papa Francisco habla de poner a Cristo en el centro, cuando nos habíamos puesto nosotros en el centro como clérigos, como institución, sirviendo a nuestros mezquinos intereses, temores, seguridades, desórdenes y pecados. Nos dijo en su carta dirigida al pueblo de Dios que peregrina en Chile: “Una Iglesia llagada es capaz de comprender y conmoverse por las llagas del mundo de hoy, hacerlas suyas, sufrirlas, acompañarlas y moverse para buscar sanarlas. Una Iglesia con llagas no se pone en el centro, no se cree perfecta, no busca encubrir y disimular su mal, sino que pone allí al único que puede sanar las heridas y tiene un nombre: Jesucristo”.
El Papa Benedicto habla de “una tarea primordial, que tiene que resultar de las convulsiones morales de nuestro tiempo, es que nuevamente comencemos a vivir por Dios y bajo Él. Por encima de todo, nosotros tenemos que aprender una vez más a reconocer a Dios como la base de nuestra vida en vez de dejarlo a un lado como si fuera una frase no efectiva. No dejándolo atrás como un marco, sino reconociéndolo como el centro de nuestros pensamientos, palabras y acciones”.
Una nueva vida en Cristo está surgiendo, Él está haciendo nuevas todas las cosas, haciendo brotar vida desde sus heridas y su costado abierto, y desde las heridas y el costado abierto de la humanidad. Desde las cenizas, como en las quemas de los campos, como en Nôtre Dame, está brotando vida.
Preguntas para el trabajo personal:
Para este retiro me inspiré en el pasaje del Apocalipsis, porque vivimos tiempos apocalípticos, en el sentido de tiempos en los que la confrontación entre el bien y el mal salta a la vista en todas las dimensiones vinculares: desde la realidad del propio corazón hasta las relaciones con nuestro entorno, llámese personas, lugares, creación, instituciones, medio ambiente, valores.
“No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero", afirma San Pablo en la Epístola a los Romanos, expresando esa lucha interior que muchas veces damos entre el bien querido y buscado, anhelado y vivido, y el mal que busca seducirnos y que muchas veces realizamos, al colocar nuestro yo en el centro y no el bien de los demás o de nuestro entorno, ni el sumo Bien en Dios.
Jesús ha vencido la muerte y el pecado y lo ha hecho a fuerza de puro amor: la destrucción del pecado más que un acto ascético, un acto heroico, un acto racional, un acto voluntarioso, sentimental o energético, es un acto de Amor, en el sentido de colocar el bien del otro, del tú, en el centro; incluso del que me daña o rechaza, porque amándolo y no destruyéndolo, está la posibilidad cierta de abrirse a una nueva forma de relación.
El despojo que va haciendo Jesús estos días santos se va llenando de un amor ilimitado a tantas realidades humanas no sólo carentes o necesitadas (los fracasados, los marginados, los violentados, los ultrajados, los abusados, los olvidados, los traicionados, los vulnerados, los abandonados, los sufrientes, los condenados, los pisoteados, los destruidos, los aniquilados, los borrados…), sino también a esas mismas realidades personales o estructurales que lo llevan a la cruz. En ese gesto de amor palpita la esperanza en la conversión, aunque sólo unos pocos sean capaces de percibirlo: el buen ladrón, “Jesús, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí” o el centurión, “realmente este hombre era inocente”.
Amando, incluso al que lo odia, Jesús inaugura un nuevo tiempo, donde la dinámica del dominio de unos sobre otros, de ganadores y perdedores, de vencedores y vencidos, da lugar a un Reino de encuentro, de fraternidad, de unos con, por y para los otros, más que contra, sobre o a pesar de los otros.
Para Jesús era posible, por su humana condición, ceder a la tentación de vencer a fuerza de dominar, de marginar, de odiar, pero el fue amando, amando, amando…como un signo de esperanza… el amor vence, el amor sana, el amor reconcilia, el amor levanta, el amor une, el amor recompone, el amor restaura, el amor ilumina, el amor abre, perdona, cree, espera…nuevamente San Pablo… "El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, 5.no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, 6.no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. 7.El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8.El amor no pasará jamás."
Podríamos afirmar que un amor semejante nos revela un rostro de Dios totalmente nuevo. ¿De dónde arranca esa forma de relación, esa manera de llegar al otro, de ser frente a los demás, de entender nuestras expectativas y desafíos propios y de los demás?
Quisiera traer a colación la intervención de la periodista mexicana Valentina Alazraki en el encuentro de representantes de las Conferencias Episcopales del mundo con el Papa Francisco, por el doloroso tema de los abusos:
“A primera vista hay poco en común entre ustedes, obispos y cardenales, y yo, católica laica, sin cargos en la Iglesia, y además periodista. Sin embargo, compartimos algo muy fuerte: todos tenemos una madre, estamos aquí hoy porque una mujer nos engendró. Frente a ustedes, yo tengo quizás un privilegio más: soy ante todo una mamá…
Me gustaría partir justamente de la maternidad para desarrollar el tema que me han encomendado, es decir: cómo la Iglesia debería comunicar sobre este tema de los abusos. Dudo de que alguien en esta aula no piense que la Iglesia es, ante todo, madre. Muchos de los que estamos aquí tenemos o hemos tenido un hermano o una hermana. Recordamos que nuestras madres, si bien nos querían a todos de la misma manera, se dedicaban más a los hijos más frágiles, más débiles, a los que a lo mejor no podían avanzar con sus propios pies en la vida y necesitaban un empujoncito. Para una madre no hay hijos de primera o segunda división: hay hijos más fuertes e hijos más vulnerables. Tampoco para la Iglesia hay hijos de primera o segunda división. Sus hijos aparentemente más importantes como lo son ustedes, obispos y cardenales (no me atrevo a decir el Papa), no son más importantes que cualquier niño, niña o joven que haya vivido la tragedia de ser víctima de abuso por parte de un clérigo”.
El rostro maternal de Dios fue aflorando poco a poco en los gestos, palabras y actitudes de Jesús, como un caudal creciente y voluptuoso, que se derramó a raudales finalmente desde su costado abierto. Vivenciándose ilimitadamente después de su Resurrección, donde no hubo ni juicio ni condena, ni resentimiento, sino amor, sólo amor sanador.
Un rostro maternal que se expresó en la experiencia radical de un Dios cercano, compasivo, tierno, misericordioso.
Una experiencia que había hecho el pueblo de Israel, pero que vivía en el claroscuro de la fidelidad de Dios y las infidelidades del pueblo, de la conciencia de ser un pueblo escogido pero exclusivo y excluyente, de vencedores y vencidos.
Una verdadera madre (no una castradora o posesiva, dominante o dura), se realiza en la medida en que todos sus hijos e hijas se desarrollan desde su ser original, en la medida en que los errores o búsquedas de sus hijos e hijas no condicionan su capacidad de amar, en la medida en que todos sus hijos e hijas se reconcilian y son capaces de vivir en comunión.
No hay madre, con el nombre bien puesto, cuyo deseo último no sea la unidad de su familia…"¡Jerusalén, Jerusalén! ¡Qué bien matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus polluelos debajo de sus alas, y tú no has querido!" (Lc 13, 34). Jesús va ensanchando su corazón, hasta la locura y el absurdo humanos; no es masoquismo amar al que lo daña y rechaza, es libertad frente a la aceptación o el rechazo, más aún: es el amor llevado al extremo.
Jesús inaugura una nueva forma de entender las relaciones y vínculos, de entender el amor con categorías universales y transversales. Puede surgir la pregunta legítima: ¿significa eso que no hay castigo al que daña, que todos estamos absueltos, que da lo mismo hacer el bien o el mal?
No. Jesús rechaza el mal y es duro frente al que lo ocasiona, pero en su pedagogía hay una novedad ineludible: el mal se vence con amor, el mal causado se recompone con amor, al que causa el mal se le rehabilita con amor; el amor es capaz de sanar, unir, reconciliar, redimir, porque redimir significa “liberar a alguien de un sufrimiento o un castigo, incluso recuperar algo que estaba perdido o se encontraba embargado”.
En ese sentido nos hace muy bien volver a escuchar las palabras de Jeannette Zurita al Papa Francisco en su visita a la cárcel de mujeres:
“Padre Francisco, los niños y niñas son los que más sufren cuando se les arranca del lado de su madre. Cuando ya no esta mujer que vela por ellos, la que cuida sus sueños, la que les da el amor y el cuidado que necesitan porque nada ni nadie reemplaza a una madre. Entendemos que por malas decisiones, arrastramos a nuestros hijos a vivir presos, presos de sus sueños truncados porque se vuelven hijos del hierro para salir adelante solos y con ello los obligamos a cometer los mismos errores de sus padres y peor aún porque crecen con su corazón lleno de dolor y resentimiento. Esto no es lo que nosotras queremos para nuestros hijos! Papa amigo aquí en la cárcel he sido testigo de grandes dolores…. He visto llorar a muchas compañeras, al enterarse que han abusado de sus hijos o que han asesinado a algunos de ellos, y ese dolor santo padre es totalmente desgarrador. Aquí conocimos la gracia de Dios y nos aferramos a Él, día y noche encomendamos a nuestros hijos y familia vivimos con la esperanza en nuestros corazones, de que esto, es solo una etapa, que pronto terminara. Sabemos que nuestros hijos, a pesar del tiempo, nos esperan con la misma ilusión del día que fuimos separados, aun cuando nuestras familias fueron desintegradas por la cárcel y por la sociedad castigadora de nuestro país. Papa Francisco, pedimos perdón a todos los que herimos con nuestro delito. Sabemos que dios nos perdona, pero también pedimos que la sociedad nos perdone. Querido Papa le pido en nombre de todas las privadas de libertad que ore por nuestros hijos y por nosotras que le pida a dios que tenga misericordia de todos los niños y niñas que tienen a sus padres presos, porque ellos están pagando una condena que sin querer les dimos. Misericordia para las madres, para soportar tanto dolor y que aún esperamos y tenemos fe de que Él, nuestro Dios, nos lleva de la mano hacia nuestra libertad para reencontrarnos con ellos y así volvernos a reunir”.
Preguntas para el trabajo personal:
"Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; 2.está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz" (Apoc. 12)
Cada etapa de la historia tiene el desafío de configurar los rasgos de Cristo para el tiempo presente. Podríamos afirmar que, en cada etapa de la historia, Cristo debe ser dado a luz de nuevo. En esta nueva etapa de la Iglesia, como en Nôtre Dame de París, será María la que nos enseñe a configurar los rasgos de Cristo para este momento: conmoción y compasión, servicio abnegado y comprometido, generosidad desbordante y solidaria. Siempre en comunidad, porque solos nada podemos. Una actitud eclesial, personal, familiar, social, laboral, civil, nacional, planetaria… que nos ayude a configurar el tiempo presente en Cristo, con Él y por Él, porque configurados con Cristo brota la esperanza y la vida nos sorprende: había algo en el alma de Francia silenciado y reprimido, descalificado e ironizado…la fe de un pueblo, ese irracional sentimiento de pertenencia y necesidad, de esperanza e identidad: es Jesús que está naciendo en medio de dolores de parto, en medio de la vida misma. Como en nuestra Iglesia, algo nuevo está naciendo desde la cruz de las víctimas, una iglesia más sencilla, más cercana, más humilde, más de todos…
Preguntas para responder con y como María:
Reflexiones que realiza el Padre Juan Pablo Rovegno
La renovación de la Iglesia y de la Sociedad tiene rostro de mujer (día de la mujer, 8 de marzo)
Santa Misa
Evangelio: Mt7;7-12
“Pidan y se les dará, llamen y se les abrirá, porque todo el que pide recibe y el que busca encuentra; y se abrirá la puerta al que llama…”
Lectura Libro Ester
Oración de la Reina Ester “ La reina Ester fue a pedirle auxilio al Señor ante el peligro que amenazaba su vida. Para eso se había quitado su elegante vestido y se había puesto ropa de luto hecha tiras, y en lugar de perfumes caros, se había cubierto la cabeza de cenizas y polvo, cubriendo su figura con desfatadas trenzas. En seguida oró al Señor, Dios de Israel, de esta manera:
¡Oh, Señor, nuestro único rey! Ven, pues, en mi socorro, que estoy sola, y no tengo ayuda, sino, a ti! ¡ Ahora, que mi vida está en peligro!...
¡Acuérdate Señor!; déjate ver por nosotros, ahora que sufrimos; y a mí, dame valor, rey de los dioses, tú que estás sobre toda autoridad!
¡Pon, en mi boca, palabras armoniosas cuando encare al rey, y has que su corazón , rechace a los que nos persiguen…!
¡Oh Dios! Que superas a todos en Poder, escucha la voz de estos desesperados, líbranos de las manos de los malos, y a mí, quítame el miedo que me embarga!
Primera parte
La reina Ester , era judía, y el rey Asuero se enamoró de ella sin saberlo, y la nombró reina de entre sus concubinas por su gran hermosura. Ella, había sido llevada al palacio, y presentada ante el rey por un portero de palacio, Mardoqueo, un judío, que era su tío y la había criado como hija.
Por ese tiempo, el consejero del rey Asuero era Amán, una persona muy arrogante, y que obligaba a todos en el palacio, que se arrodillaran frente a él; desgraciadamente, Mardoqueo, no se quiso arrodillar y le contestó, que sólo se arrodillaba frente a su único Dios, Yahvé.
Como odiaba a los judíos, aprovechó, la ocasión para inventar un complot contra el rey, de parte de los judíos; por lo que el Rey Asuero, envió un decreto de exterminio contra ese pueblo que vivía exiliado en su reino.
Mardoqueo, al enterarse de esto, le pide a su sobrina Ester que interceda ante el rey para que se revoque el decreto.
Ella muy triste y desesperada, le contesta, que no se atreve a irrumpir en los aposentos de rey, porque nadie puede interrumpir al rey, bajo pena de muerte.
Mardoqueo le hace entender que por algo, Dios el Señor, la tiene en ese Palacio, y permitió que fuera reina, Ester se da cuenta de su importante Misión y se decide salvar a su pueblo, aunque en ello se le fuera la vida… y se prepara en Oración, de humilde petición, enfrentando con temor, pero con confianza en la voluntad de Dios, lo que decida, para ella y para su pueblo, el rey Asuero.
El Señor, pone palabras en su boca, que hacen cambiar la sentencia y descubrir el engaño que había sido víctima el rey por medio de Amán.
La sinceridad y humildad de Ester, conmueve el corazón del rey, ya que ella le confiesa que también es judía, y que no ataque a su pueblo.
La lección que nos deja esta mujer, es que, no sólo mira por su bien, esa vida relajada del palacio, sino, que se abre a su entorno, se remece por lo que le puede suceder a su amado pueblo; y arriesgando su vida y comodidad, se entrega a su único Dios, en oración confiada, sabiendo, que de ella y su fe dependía la vida de sus hermanos.
Y tal como dice el Evangelio de hoy:
“Pidamos, y se os dará, llamemos y se nos abrirá, porque todo el que pide, recibe y el que llama se le abrirá la puerta”
Como Ester, hay muchas mujeres en el Antiguo Testamento que fueron capaces de arriesgar la vida por el pueblo y la Alianza con Dios…
… Culminando por supuesto con “La Mujer”, María, que por su sí, incondicional, nos entregó al Mesías, el Salvador.
“El Señor miró la humildad de su sierva, por eso dichosa me dirán por todos los siglos “ (Lc 1; 46-48)
La Humildad es un Valor
Dios, trabaja a través de la entrega confiada y la humildad de los creyentes.
Pero, actualmente, la humildad en la sociedad es mal valorada; por eso se cae en tantas incomprensiones, excesos y soberbia. Esto sólo nos denigra como personas, porque disfrutamos con la caída del contrario, hacemos leña del árbol caído. Creemos que tenemos la razón en todo, no aceptamos que nos podemos equivocar, y nos pedimos unos a otros perfección.
Esto nos hace tan soberbios que no queremos pedir perdón, por no querer sentir que debemos ser perdonados.
Esto repercute en nuestra Fe, que está basada en la Palabra de Dios, que es el Perdón y Misericordia.
Y en oración, vamos dejando a un lado el pedirle perdón al Señor, por tantas debilidades que no queremos ver ni aceptar. Como tampoco lo alabamos por lo que es, por su grandeza frente a nuestra pequeñez, que no queremos ver.
¡Y en cuanto a darle gracias! Sólo transformamos nuestra oración en un pliego de peticiones, y … ¡Ay! Que no nos de lo que le pedimos!
¡La humanidad está olvidando a Dios ! no sabe quién es el Señor. No se escucha al Hijo, no se lee la Palabra.
Al conocer a Dios, por el sólo interés de saber más de Él, Ël actúa en nosotros, porque como dice Juan en el Apocalipsis : “ Mira, que estoy a tu puerta y llamo, si me abres, cenaré yo contigo y tú conmigo”
Debemos acercarnos a Dios, rescatar el valor de la humildad para que no sea como la higuera, frondosa, llena de hojas, pero cuando llegó Jesús a probar uno de sus frutos, no había ninguno, sólo hojas.
Si conocemos al Padre, por Jesucristo, lograremos amarlo, pues no podemos amar a quien no conocemos.
En la transfiguración, el Padre Dios le habló a los Apóstoles que acompañaban a Jesús, y les dijo: “ ¡ ¡ Escúchenlo a Él ! ¡es mi hijo el elegido!”
Descubramos la obra del Señor, su Amor y Misericordia, en nuestra propia historia y podamos decir : ¡Qué bueno es el Señor!
Oración
Señor ¡ humildemente, reconozco que te necesito, te doy mi hoja en blanco para escribirla en cada acontecimiento, contigo, junto a Ti!
Sólo así podré actuar como Ester, y otras tantas mujeres, que reconocieron tu Actuar Salvífico en sus vidas, de tal manera de poner en riesgo la vida si es necesario para traer tu Misericordia y Salvación en medio de este mundo hostil, que se ha ido poco a poco en contra de nuestros principios cristianos.
Te renovamos hoy nuestras súplicas en memoria de Tu Iglesia, nuestra Iglesia, para que seamos dignos de Ti, que estás continuamente en esta barca en la que vamos navegando. Amén.
Segunda Parte
La Importancia de Ser Mujer
El 8 de Marzo, se celebró mundialmente el “Día de la Mujer”, y las calles de todo el mundo se llenaron de manifestaciones de tantas mujeres que quieren cambiar el mundo en que viven; y sea más agradable y agradecido con ellas, en cuanto a su dignidad.
Piden que se les respete como persona, así como se respeta a los hombres. Quieren ser valoradas en igualdad por lo que son y por lo que aportan, tanto en conocimiento, en el trabajo, en el hogar.
Pero, también, hay bastante número de mujeres, que salen a protestar, con odio y resentimiento, que es causa que se nuble lo que realmente piden y necesitan.
Por ejemplo: ¿ No será que no se aceptan como son, porque su rol y Misión no ha sido valorada o menoscabada? ¿ o que tienen una imagen negativa de ser madres solo al cuidado de sus hijos, y serviles frente al hombre? Por lo que no desean el Matrimonio, hijos, y prefieren a las mascotas, o vivir en pareja mientras dure el encanto? Y miran en menos el trabajo de una “dueña de casa”?
Como también desean la “libertad” total sobre su cuerpo y decisiones, incluso “desechar” a los hijos no deseados (abortos)
Como que existe una “envidia” al hombre, acumulada por siglos y quieren gozar de esa “ libertad” falsa que creen que gozan los hombres?
Es muy importante para el mundo cristiano que la mujer se empiece a valorar y a valorar a los hombres. Y los hombres , a su vez, capten la importancia de su masculinidad y el valor importante de la mujer en la vida.
Solo así, el cristianismo tendrá sustento, para expandirse con obras concretas en el mundo.
Los cristianos, creyentes, debemos descubrir el amor de Dios hacia todo hombre y mujer, y su voluntad, de que nos amemos unos a otros con el AMOR que Él no AMA.
Él, que creó al Hombre en igual dignidad que a la mujer, los hizo físicamente distintos con el fin de complementarse entre ellos y lograr una felicidad, completa y estable, con respeto y admiración mutua frente a cada Misión particular que se reciben de Él, en esta vida y es en el Génesis, está la explicación de lo que nos fue sucediendo como sociedad. En el momento que caen en la tentación de ser “Libres”, de no obedecer a su Creador, de alejarse de Él, como el Hijo Pródigo de su Padre.
Adán : la mujer que me diste me dijo que comiera del árbol prohibido
Eva : la serpiente me engañó
Cuando el hombre y la mujer se engañan a sí mismos y quieren independizarse de Dios, caen en pecado de la soberbia y por lo tanto pierden la humildad.
Estamos en cuaresma, es decir, tiempo de oración, de analizar nuestro comportamiento desde el punto de vista del Amor a Dios y al hermano.
Conmemoramos con el Color Morado, la grandeza de Dios, de entregarnos a su propio Hijo para que con su muerte y Resurrección nos salvara de nuestras debilidades y podamos gozar del Reino que empieza acá, como hijos que resucitarán por Él a la eternidad.
¿Qué significa el color morado?
La tintura morada era en la antigüedad desconocida ya que muchas de las plantas lograban muchos colores pero no el morado.
Más adelante pudieron lograrlo machacando más de cuatrocientos caracoles para teñir una tela para una túnica. Por lo que sólo los reyes y altas autoridades la podían pagar. Entonces se asociaba el color morado a la Autoridad y Superioridad.
Por eso el morado representaba ciertos valores:
De ahí que el color morado fue elegido como el color de la mujer, en el día de la mujer. ¿y por qué?
¿Por qué la Iglesia tiene rostro de mujer?
Para explicar esto hay que partir preguntándose
¿Cómo es el alma de la mujer?
Cada una tiene su propia historia de lucha. ¡Cuánto luchó y oró la madre de San Agustín por la conversión de su hijo!
Por lo tanto el símbolo de la mujer es: acogida-lucha – unidad
1.- A través de su inmensa Espiritualidad, ella es el “Alma”, la que “da vida”, la que “llena” los espacios vacíos. La que nos hace ver la vida desde otro ángulo, el del “Amor” y por eso crea una atmósfera positiva, que levanta el ánimo, y anima el hogar, el trabajo o el lugar en que se encuentre.
Recordemos a María, la Virgen, la que fue capaz de unir a los Apóstoles en el Cenáculo, después de la Ascención de Jesús, cuando los crió débiles, desamparados y desconcertados por el miedo e inseguridad, y prontos a irse cada uno por su lado y los animó a reunirse en Oración, para esperar la promesa de su Hijo, de que les enviaría al Espíritu Santo.
2.- A través de su Creatividad; la mujer es creativa por naturaleza, se las arregla para darle a cada uno según su necesidad.
Frente al trabajo es capaz de crear cosas útiles, juguetes, muñecas de trapo, contar cuentos, cocinar con agrado y cariño y con pocos elementos puede preparar platos exquisitos.
Y ¿por qué es creativa? Por su gran capacidad de SERVIR a los demás, y eso ¡ojo! Que no es esclavitud, por el contrario esto surge de su tercera capacidad:
3.- La Dignidad:
¡ y lamentablemente es esta la que la mujer cree que ha perdido! ¡que ya no es digna, porque el hombre la ha aplastado! ¡ ninguneado! ¡esclavizado!
La mujer debe reconocer que es digna, a pesar del trato que haya recibido y por su dignidad debe seguir luchando, para no ser pisoteada, como lo ha sido a través de la Historia en innumerables ocasiones.
El hombre que no reconoce esa dignidad, no tiene derecho a llamarse “Hombre”
Es allí donde comienza el problema de los movimientos “feministas” mal entendidos por las mismas mujeres, que no saben lo que realmente son.
Para que la humanidad no se desate en una lucha fraticida, por el “poder” femenino, sobre el masculino, o viceversa, hay que estudiar, para saber y reconocer “ qué es en verdad Ser Hombre y ser Mujer”.
Es decir, volver al inicio, a la Voluntad de Dios al crearnos! ¿Y cómo lo hacemos?
Si no escuchamos la Palabra que Jesús nos vino a decir en nombre de su Padre, no conoceremos jamás la “Verdad del Ser”
En las bodas de Caná hay cosas muy importantes que nos aclaran esto.
¡ La Virgen confió en su Hijo! ¡No tienen Vino! ¡MUJER! ¡ Qué tenemos tú y yo que ver!
Pero es ese momento, no sólo vió a su madre que le pedía algo especial, sino, que vio en ella a la “MUJER POR EXCELENCIA”, al prototipo de Mujer que su Padre Dios creó desde el “ Principio”. El rasgo de la “Nueva Eva”, sin pecado, inocente, pero con una capacidad de darse cuenta de la dificultad que se estaba produciendo; que la falta de vino símbolo de la alegría, significaría una terrible vergüenza o deshonra para los novios y sus familias ante los invitados.
Jesús vio en su Madre a la “MUJER”, porque ella poseía lo que para muchos pasa desapercibido:
Tercera parte
La Renovación de la Iglesia por medio de la Mujer
Los sacerdotes, en este momento, están pasando por un tiempo realmente terrible y como los Apóstoles después de la Ascención de su Maestro, se sienten solos frente al mundo que los persigue, cuestiona, y se sientes pagando deudas y pecados de otros; muchos ya no quieren seguir su vocación.
Es verdad que la caída de algunos o varios sacerdotes se debe a lo que sucede en el mundo actual, que todo está materializándose, la TV y los medios modernos de comunicación han tergiversado los valores en todo campo: la moda, la vestimenta femenina, los movimientos que surgen y tienden al “liberalismo” , al “ateísmo”, a sentirse que no se necesita a Dios, a querer ser héroes, famosos, estrellas, modelos, etc. Y han llegado a todos, incluyendo dentro de la Iglesia, el estrés del trabajo para lograr sueldos acordes con lo que se “ necesita “para un “status”; hacen que la gente no “pierda el tiempo” en leer libros religiosos, en aprender a leer la Biblia, a conocer la Palabra. Es decir hemos tirado a Dios por la “borda” y como consecuencia el 2Mal” entra desatado, en las costumbres y en las conciencias.
Los sacerdotes en medio de este mundo también les cuesta vivir y luchar por no caer, como a todo ser humano.
Los Apóstoles se habían portado mal con Jesús en la Crucificción, y se sentían pecadores, además el mundo de su época los perseguía como a Cristo para crucificarlos.
¿Quién los salvó? MARIA
¿Quién puede salvar a la Iglesia hoy? LA MUJER … unida a María y a Jesús mejor aún.
Para salvar a la Iglesia hay que Renovarla
Y lo único que renueva a la Iglesia es EL ESPÍRITU SANTO
Y en qué nos ayudará EL Espíritu Santo?
Poner la propia sensibilidad enfocada en ayuda y comprensión del “otro”, sea quien sea y haya hecho lo que haya hecho.
Dar conciencia a la sensibilidad es entrar en contacto, sentir, conmovernos, ser “instrumentos sensibles”: lo que no me agrade que me hagan a mí, yo no puedo hacerlo a otro.
El feminismo ideológico es algo de doble filo, porque se presta para muchas cosas, que como personas nos pueden destruir. Por eso, como mujeres y hombres cristianos, debemos analizar y luchar contra algunas ideologías que estos movimientos promueven y no quedarnos calladas.
Debemos reencontrar los signos que realmente nos proporcionan Vida Verdadera.Debemos rescatar las Virtudes Teologales que el Señor regala como don a todo ser humano desde siempre: Fe, Esperanza y Caridad.
Debemos por lo tanto rumiar la Fe a través de “La Palabra”, pues, sin la Palabra, no hay “Revelación”, y sin Revelación, no conoceremos la Fe, y sin Fe no hay Esperanza, y sin Esperanza no hay AMOR Verdadero por no conocer a Dios.
Sin conocer a Dios, nuestra conciencia se pone transversal y provoca crisis que nos empuja y nos bota. Y como Iglesia que somos, no podemos quedarnos boquiabiertos y con los brazos cruzados. No podemos arrancar de la Misión que Dios nos pide en este momento.
La Iglesia actualmente está herida, el Cuerpo de Cristo es como que está nuevamente crucificado, ¡pero no capotado! Porque por la Cruz el Señor nos perdonó. ¡ Perdónalos Padre porque no saben lo que hacen!
Pero con su Resurrección sabemos que su ¡Cuerpo Resucitará Glorioso!. Es decir la Iglesia Resucitará con Cristo! Y como en Pentecostés, junto a María Oremos al Señor.
Preguntas : Mujer se lo que eres