Los ejercicios ignacianos, son un camino espiritual, un modo de examinar la consciencia, de meditar, de contemplar y que nos prepara y dispone el alma a recibir la gracia de Dios, para despertarnos a una vida nueva y así estar unidos a El y a su voluntad.
Es un autodescubrimiento de lo que guardamos en nuestro corazón y que detiene y obstaculiza nuestro crecimiento espiritual. El Señor se vale de la monitora para ir en nuestra ayuda y orientar nuestros nuevos caminos de vida…. El nos renueva y nos transforma.